Dormir en una carpa de techo: lo bueno y lo difícil

Dormir en una carpa de techo suena a aventura... ¡y lo es! Pero no todo es como en Instagram, así que hoy quiero contarte lo que nadie te dice, como si estuviéramos tomando un café.

Lo bueno (y maravilloso):

  • Te despiertas con vistas que ni un hotel cinco estrellas podría darte. Montañas, ríos, amaneceres… cada día es una postal diferente.
  • Es práctica. En menos de 5 minutos tienes tu “casa” lista, y no tienes que buscar hoteles caros o zonas seguras para dormir.
  • Te da libertad total. Puedes improvisar, detenerte donde quieras y dormir escuchando los sonidos de la naturaleza.
  • Se siente como un refugio personal. Aunque estés en medio de la nada, ahí arriba todo se siente más seguro y acogedor.

Y lo difícil (porque no todo es perfecto):

  • Si llueve fuerte o hace viento, duermes… pero con concierto incluido. A veces es difícil conciliar el sueño.
  • El baño no está a una puerta de distancia. A veces te toca bajarte con linterna en mano, cruzar el frío, y buscar un arbolito amigo.
  • Si vas con niños o perros (como nosotros), el sube y baja puede ser todo un reto.
  • Y bueno, el calor o el frío extremos pueden hacerte amar u odiar tu carpa, dependiendo del clima.

Pero al final, ¿vale la pena? Mil veces sí. Dormir en una carpa de techo es parte del alma del viaje por carretera. No es comodidad de lujo, es libertad pura. Y eso… lo cambia todo.

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